Siempre le insistía a M que no me gustaban las flores. Que odiaba los peluches. Era más fácil anticiparme a su constante falta de gestos y hacerme la espléndida.
Después un día J se colgó de la reja del colegio de las monjas para arrancar una margarita y me la dio. Yo lo adoré en secreto, porque éramos solo amigos, y me dije chau, nunca más me voy a hacer la espléndida.
Es complicado dejar de ser una people pleaser, dice mi psicóloga.
2 comentarios:
Guau
Guau guau?
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