28 de julio de 2010

Siempre le insistía a M que no me gustaban las flores. Que odiaba los peluches. Era más fácil anticiparme a su constante falta de gestos y hacerme la espléndida.

Después un día J se colgó de la reja del colegio de las monjas para arrancar una margarita y me la dio. Yo lo adoré en secreto, porque éramos solo amigos, y me dije chau, nunca más me voy a hacer la espléndida.

Es complicado dejar de ser una people pleaser, dice mi psicóloga.